-Angie-
Abro los ojos, lentamente. Me extraña no sentir el típico calor que desprende Harry, así que abro los ojos buscándolo por la habitación. Está sentado en la orilla de la cama, con los codos apoyados en las rodillas.
-¿Harry?- digo, en voz baja y pegajosa por el sueño. Él se gira inmediatamente y veo perfectamente sus ojos rojos.
-Dios mío, Angie, lo siento tanto...- dice él, mirándome a los ojos.
-¿Lo sientes? ¿El qué?- pregunto, incorporándome poco a poco.
-Ayer... no recuerdo nada de lo que pasó aquí anoche. Nada. Y si hicimos algo... no me puse protección.
Sus palabras me golpean, y contengo la respiración. Yo tampoco me acuerdo de qué hicimos, mi último recuerdo es del salón, con todos jugando a Cards Against Humanity. Le miro, con los ojos vidriosos, intentando recordar. Él me mira también, y casi puedo ver como él hace el mismo esfuerzo.
De pronto lo veo.
Él está sin camiseta, encima de mi. Me río como una tonta mientras sus besos van hasta mi abdomen, acariciándome, haciendo que me arquee poco a poco, retorciéndome suavemente. Suelto palabras sin sentido mientras intento acordarme de algo que pueda sentirse mejor que todo esto. Él se separa suavemente, sube y se tumba a mi lado, acariciándome la cara.
-Me muero de sueño, pequeña.
-¿Vas a dejarme así?
-La casa está llena ¿recuerdas? Y... y no sé dónde hay preservativos.- dice, con una sonrisa totalmente ebria. Me deslizo por la cama, alcanzando mi bolso que está casi debajo de la cama, y vuelvo con Harry con un envoltorio jugando entre mis dedos. Yo misma se lo pongo, y yo misma empiezo, ya que él me mira. Ni que fuera la primera vez, que poca iniciativa. Luego los dos reímos a la vez y cambia posiciones, quedándose encima de mi, y desafiándome con la mirada.
-Lo hicimos con preservativo, Harry.- digo, volviendo a la realidad.
-¿Lo has recordado?- pregunta maravillado.
-Si.- digo, suspirando.- Además, creo que lo tiraste después a la papelera.
Sin perder un segundo, corre hasta la papelera, y suelta un pequeño grito de júbilo, lo que me indica que lo ha encontrado. Salta encima de mi y me estrecha contra él con fuerza.
-Que susto, joder...- murmura en mi oído.
-Olvidémoslo, anda.- suspiro yo.- Vamos a desayunar algo.
Al bajar, nos encontramos un panorama de Luke y Mikey durmiendo en el cuarto de la lavadora, y sus chicas han desaparecido. Niall está haciendo tortitas con una muy sonriente Aria, mientras que Louis y Lis están dormidos en el sofá. Kris y Liam están discutiendo sobre de quién es el café que acaba de dejar Sam en la mesa, y Zayn está quemando unas tostadas. Ash y Cal están muriéndose de risa mientras intentan despertar a Luke y Mikey. Le cojo la mano a Harry y nos unimos a preparar nuestro desayuno. Sus manos en mi cintura y su risa en mi oído mientras relevo a Aria haciendo tortitas hacen que todo después de nuestro pequeño "susto" sea perfecto. Algo tan aburrido como una mañana de resaca se convierte en algo más para mi. Dejo una tortita haciéndose y giro la cabeza mirando a Harry.
-Se te va a quemar...- dice, burlón.
-Te quiero.
Él
sonríe y me besa suavemente la nuca, el cuello y después la mejilla. Giro la
cabeza, queriendo algo más.
Al
acabar de preparar el desayuno, todos nos sentamos alrededor de la mesa del
salón. Recuerdo una escena parecida ayer, pero todos estábamos borrachos; esta
vez todos tenemos una sonrisa resacosa y me gustaría poder grabarnos para
guardar este momento en algún fichero que pueda abrir en unos años, solamente
para observar y disfrutar en un segundo plano esta felicidad estúpida que se
respira en el ambiente.
Eso
es exactamente lo que hago.
Mientras
Luke, Calum y los chicos desafinan un Teenage Dirtbag, con Ash
haciendo percusión con la mesa, saco mi cámara y nos grabo a todo. En un
años... ¿quién sabe dónde estaré en unos años? encontraré esta grabación, y
esbozaré la misma sonrisa de felicidad total que tengo ahora.
Septiembre, en un destino desconocido.
¿Os
acordáis de hace demasiados meses, cuando estaba con Chris? ¿Recordáis que dije
algo así como "Nunca he sido tan feliz"? Bueno, esta vez he batido un
nuevo récord. Ahora sí, puedo decir que nunca he sido tan feliz sabiendo que en
ningún caso del futuro voy a ser más feliz que ahora.
El
verano ha sido el pegamento que faltaba en mi relación con Harry. Nos ha unido
más de lo que puede considerarse humanamente posible, y eso me ha hecho feliz.
He recuperado con él todo ese tiempo que nos faltó cuando empezamos nuestro
primer intento de relación. Y de eso hace poco más de un año, ¿podéis creerlo?
No creo que nadie pueda. Han pasado muchas cosas en un solo año. Al principio,
creo que nadie apostaba por mi relación con Harry. Harry Styles, el mujeriego
de One Direction, ¿ese se dice que tuvo un romance con Louis Tomlinson? El
chico sonriente de Chesire, el de los mil y un tatuajes sin sentido alguno. En
realidad, creo que ni yo misma aposté por la relación en un primer momento. Era
todo demasiado rápido, un amor demasiado adolescente: loco, apasionado, pero
con ataduras. A lo largo de este año y no sin complicaciones o lágrimas, hemos
ido librándonos de esas ataduras. Y ahora somos libres. Seguimos estando locos,
no nos falta ni un gramo de pasión, pero ahora somos libres. No más cadenas que
nos impiden volar lejos... ¿o quién dice volar? Que más dará, me importa más
bien poco si estoy con él.
-O
te das prisa o no llegamos.
-¿Quieres
callarte?- protesto.- ¡Tú has estado casi media hora dejándote el pelo a tu
gusto!
-Yo
tengo una reputación que defender, amor.
-¿Estás
insinuando que...?- digo, con una sonrisa y los brazos en jarras. Él se
apresura a besarme casi tirándome a la cama para que me calle. A veces es
exactamente lo que necesito.- Abróchame el vestido y ni una palabra más.
-¿Y
si hago esto?- dice él, retirándome un poco el vestido, lo justo para que caiga
dejando al descubierto mi sujetador sin tirantes. Oigo su risa en mi oído, y no
puedo evitar sonreír.
-Creía
que tenías prisa.- digo, dejando el vestido en su sitio de nuevo y sacándole la
lengua.
-Es
que eres tentadora.
-Lo
que sea, ¡abróchame el vestido de una vez, Harry!- chillo, entre risas.
-Necesitas
relajarte...- ríe él, obedeciéndome.
-No
puedo relajarme...- suspiro, subiéndome en los tacones y echándome un vistazo
en el espejo. Llevo un vestido de tela vaporosa pero que se adapta
perfectamente a mí, realzando mi figura, la cual Harry me ha enseñado a querer.
El hecho de que él esté tan locamente enamorado de mí, de todo lo que me hace
ser yo, me da un plus de autoestima muy importante. Me miro al espejo,
comprobando mis ojeras, y mi recogido bajo.
-Estás
preciosa.- dice él, abrazándome por detrás y mirándonos en el espejo.- Y quiero
que estés tranquila. Solo es una boda, el paso que tiene que dar tu madre para
ser definitivamente feliz. Ush... Terry es bueno para ella, y... sobre Bieb...
Justin... Bieber, déjalo correr. Solo va a ser un invitado más. Y olvidas que
voy a estar ahí contigo.
Giro
sobre mi misma, mirándole. Le acaricio suavemente el pelo y él esboza una
sonrisa.
-Gracias.-
digo, contagiada de su sonrisa.
-No
entiendo por qué me las das.- dice él, alcanzándome mi bolso de mano.- Vámonos,
anda.
Salimos
de la habitación, y vamos hasta el parking al aire libre del hotel. El tiempo
aquí, en La Toscana es más que bueno. Harry ha alquilado un Cadillac. Un
maldito Cadillac. Dios mío, me siento como Macklemore en White
Walls. Nos montamos y Harry configura el GPS para que nos lleve hasta
un pueblecillo cercano. Recibo un mensaje de Kris mientras empezamos a
movernos.
K: ¡Espero que la boda vaya genial! No estés nerviosa, anda. Todos
aquí os echamos mucho de menos, te veo el sábado. ¡Te quiero!
Sonrío.
Otra cosa que solo hace que mejorar con el tiempo, mi amistad con Kris. He
pasado gran parte del verano con ella, a pesar que también he viajado mucho con
Harry y he visitado a mi familia. Puedo guardarlo en una cajita de madera como
uno de los mejores veranos de mi vida.
Solo
esperemos que esta boda no lo arruine.
Me
dedico a contemplar a Harry mientras conduce, concentrado. Su ceño fruncido lo
hace más atractivo aún. Demonios, ¿cómo es posible que cada día me enamore más
y más de él? Dudo que ni siquiera... ¡Julieta! eso es, Julieta, la amada de
Romeo, se sintiera como yo. Empiezo a sospechar que mis sentimientos hacia
Harry son algo patológico en este punto. Pero ¿sabéis? Me da igual. Él está
igual o peor que yo, así que como dije antes, somos dos locos felices.
-Aún
no entiendo por qué alquilaste un Cadillac, Harry.- murmuro, sonriendo con
burla.
-No
es mi culpa que la señorita no tenga ni idea de coches, lo que haga que no
tenga ni idea de lo que es un Cadillac ni su valor.
-¿Me
llamas ignorante?- río.
-Ignorante
en lo que se refiere a coches sí.- dice, girando y metiéndose por un camino de
grava que lleva al pueblecillo donde se celebra la boda.- Pero eh, yo te quiero
igual.
Chasqueo
la lengua y él sonríe, y alarga una mano para acariciarme la rodilla. Me
contagia la maldita sonrisa, que mantengo hasta que aparca cerca de la capilla.
Bajamos del coche, veo a mi madre a un lado de la puerta, esperándome.
-¡Demos
gracias a los cielos!- chilla, pareciéndose a mi.- ¡Os estábamos esperando!-
nos besa a ambos, y se dirige a Harry.- Harry, cielo, entra en la capilla. Dile
al juez de paz que empiece.
Harry
asiente y me hace un gesto de ánimo con los pulgares, antes de entrar. Miro a
mi madre, emocionada.
-Mamá...
estás preciosa.
Lleva
un vestido blanco, muy largo, de estilo griego. Su pelo descansa en un moño
hecho con trenzas, y en su cabeza reposa una pequeña corona de flores blancas.
-Tú
también, Angie.- me dice, abrazándome. Oímos como la pequeña orquesta empieza a
tocar, y hace una señal con la cabeza.- Allá vamos.
Le
ofrezco mi brazo, y ella asiente, sonriendo. Paso a paso, con el ritmo de la
melodía, entramos en la capilla. Todos los invitados se levantan, y me tengo
que contenerme para no llorar. Toda mi familia está allí, mirándonos con una
sonrisa. ¿Será mi boda así? Me faltan tres chicos, dos británicos y un
irlandés, con sus respectivas novias. Los otros dos chicos de esos que me
importan tanto, y esas cosas que se dicen, están en primera fila, a la derecha.
Lis empieza la fila, mirándonos atentamente con una sonrisa que solo inspira
confianza. A su lado, Louis. Sonriente, con su media melena rebelde, que se ha
dejado crecer en verano, perfectamente despeinada y un esmoquin. Casi puedo ver
su mano entrelazada con la de mi prima. A su lado, probablemente la persona que
más me importa, junto con mi madre de este edificio: Harry. Lanzándome
destellos verdes, que parecen envolverme. Al otro lado de la fila, toda la
familia Bieber... y Justin, en efecto. Un esmoquin negro y una camisa
ligeramente abierta tapan todos sus tatuajes. Está perfectamente peinado, y me
observa atentamente. Prefiero no esforzarme por identificar esa mirada. Me ha
costado mucho superar todo lo que él me hizo, lo mal que me hizo sentir. Así
que esta vez no hay más oportunidades, Justin
es pasado.
En
el altar, junto con el juez de paz, está Usher/Terry. Me separo de mi madre en
mi fila, y la dejo ir sola hasta llegar con Usher. Me tapo la boca con una
mano, ligeramente, por la emoción. Harry me rodea la cintura y me hace
sentarme.
La
ceremonia empieza, y todo transcurre con una perfecta tranquilidad. En el
momento de los 'si, quiero', estallo en lloros silenciosos. Cuando murió mi
padre, a pesar de que era muy pequeña, mi primer miedo fue que iba a hacer mi
madre. ¿Estaría sola toda su vida? Pero no, Usher nos ha solucionado ese
problema. Sé que la va a hacer muy feliz, como sospecho que lleva haciéndola
desde que la conoció. En el momento de abandonar la capilla, la pequeña banda
empieza a tocar la melodía de "All You Need Is Love" de los
Beatles, haciendo que esto se parezca a la película favorita de Harry, Love
Actually.
Todos nos trasladamos a una finca alquilada,
rodeada de viñedos, donde mi madre pidió que se hiciera un banquete al aire
libre. En mi mesa, en la que estamos mi madre, Terry, Harry, varios familiares
de ambas familias y yo, solo circulan risas, anécdotas y comida. Mucha comida.
La boda está siendo un completo éxito, y mi madre confiesa que la verdad es que
no se ha pasado ocho meses planificándola, ha habido mucha improvisación.
De ahí, saco una nueva enseñanza de mi madre: las
cosas salen mejor cuando son sin planificar, cuando el destino te da un empujón
y puedes sentirlo o ignorarlo. Pero si lo sientes, y lo sigues, lo intuyes,
todo va bien. Nada demasiado planificado va a ir bien. La vida no es para eso,
para pasarte la vida haciendo cuentas y preocupándote de que pasará si en vez
de coger el desvío que te han marcado, tomas el siguiente cruce a la derecha y
vas todo recto hasta que alcanzas el sol. No hagas cuentas, no calcules cuales
son tus probabilidades de éxito si haces esto o lo otro. Todo se verá, todo se
solucionará en algún momento. Ningún sufrimiento es eterno, y por desgracia,
ninguna alegría lo es tampoco. Así que disfruta el momento todo lo que puedas.
La vida está para agarrar todas las oportunidades que puedas, para arriesgarse.
Para coger un momento y hacerlo perfecto.
Por eso, cuando todo el mundo empieza a levantarse
para ponerse a bailar o a beber, y Harry me pide dar una vuelta por los
viñedos, le digo que sí. Por eso me quito los tacones, los tiro olvidándome de
ellos y echo a correr, en una carrera persiguiendo las nubes con Harry. Cuando
me canso, me dedico simplemente a acariciar las plantas llenas de uvas, y a
preguntarme cuando será la siguiente vendimia. Entonces, él coge mis manos de
entre las uvas y me mira a los ojos. Y se arrodilla. Dios mío, ¿esto es un
sueño o va en serio? Rebusca, sin quitarme los ojos de encima, algo en su
bolsillo. Mi mente se pregunta también la pinta que debo tener. Pero eso da
igual. No siempre puedo parecer una modelo de alta costura. Veo una caja
aparecer en las manos de Harry, y veo como la abre y encaja un anillo de oro
blanco en uno de mis dedos.
-Quiero que esto sea un compromiso. Quiero que
cuando tu acabes la carrera que quieras estudiar, hagamos lo que ha hecho tu
madre hoy. Quiero que nos arriesguemos a perderlo todo de la manera que más te
apetezca. Pero quiero verte vestida de blanco… o ¡de rojo! Me da igual como
quieras vestirte, puedes ir con tu sudadera de Obey si te parece más adecuado.
Pero quiero decirte algo bonito que lleve meses preparando, que el juez de paz
o el sacerdote te pregunte y tú contestes si quiero. Quiero oírte decir algo
que hayas escrito tú, para que tenga ganas de solamente besarte como quiero
hacer ahora mismo, y que yo tenga que contestar sí, ¡sí quiero! Y que me beses,
nos besemos… y seas mía, joder.- coge aire, y veo como sus ojos se vuelven algo
vidriosos.- No me imagino un futuro al lado de nadie más que tú. Quiero que
tengamos hijos, que los veamos crecer y que tengamos que regañarlos por haber
fumado o bebido, que les ayudemos a estudiar, que se casen y nos dejen tan
solos como antes… y simplemente quiero envejecer contigo. Pasar todos los días
de mi vida a tu lado, viéndote despertar conmigo, y pensando la suerte que tuve
de no perderte.- hace una pausa, sin dejar de mirarme.- Así que… ¿te casarás
conmigo en un futuro, cercano o lejano?
Veo pasar por los ojos del chico al que quiero todos
los segundos que llevo con él. Me imagino todos los que pueden llegar a pasar,
y sonrío. Habrá momentos difíciles, momentos en los que solo querré tirarle por
un acantilado, porque Harry es así. Pero habrá buenos momentos también, así que
supongo que no importa. Arriesgarse ¿no?
-Me casaré contigo. Hoy, mañana… ¿siempre?
Él deja escapar una carcajada que se quiebra a
mitad porque los dos estamos en el suelo, besándonos de nuevo. Esta es la
definición de “comerse los morros” que tanto dice Kris. Pero me encanta. Y a él
le encanta. Y ahora mismo soy muy feliz. No
recuerdo haber sido tan feliz nunca antes.
Yyyyyyyy aquí os dejo hasta que pueda subir la otra parte, que va a ser todo adorabilidad y feels y os vais a morir todos de amor. Bueno shawties, esto llega a su fin... ¡pero vais a seguir aguantando mis novelas sin posibilidad de éxito mucho, mucho tiempo!
Os quiero miiiiiiiil.
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