14.7.13

And she will be loved, chapter 56 (segunda parte)


-Narrador-

-¿A dónde vas?- pregunta Kris, al ver que Lis sale corriendo hacia el baño. 
-Tommo me ha invitado a su casa a ver Glee y a comer palomitas. ¿Cómo voy a negarme?- dice ella, teatralmente. Hace una parada en su maleta y saca un conjunto de su maleta: Unos vaqueros oscuros, una camiseta y unas converse blancas. Tampoco es plan de vestirse como si fuera a una boda.Corre hasta el baño, dónde se viste y se peina todo lo que puede. El viaje en avión le dejó el pelo hecho un horror, y aún no ha sabido solucionarlo. Se mira al espejo, mientras resopla. Quizás sea hora de cambiar de estilo, quizás sea ya hora de un corte de pelo. Pero desde luego, eso puede esperar. Lo importante ahora es la... ¿cita? con Louis. Se cepilla el pelo una vez más, se maquilla un poco y sale corriendo de casa, despidiéndose de Kris y mandándole a Louis por Whatsapp:
Lis¿Glee, palomitas, Lays y una compañía de lujo? La verdad es que no puedo negarme. Estaré ahí en veinte minutos xx.
El trayecto en metro es largo, pero Kris está acostumbrada. Le cuesta un poco situarse en Londres, pero tiene la dirección de Louis y espera no perderse. Tras cambiar de línea dos veces, casi perder un tren y sentirse observada por un chico con bastante mala pinta, llega a la parada de metro más cercana al piso de Louis. Camina en la lluvia bajo su paraguas, pensativa. Sigue dándole vueltas a la relacción Angie-Justin, y a la relación Harry-Angie. Por lo que tiene entendido, Harry estuvo en Los Ángeles, para ver que tal estaba Angie y de paso pedirle perdón, pero ella lo echó a patadas. Suspira. En el fondo, entiende a su prima. Harry se pasó mucho, pero no es nada comparado con lo que puede llegar a pasarse Justin si esa relación no termina pronto. 
Llega al fin a casa de Louis, con los pies empapados y con bastante frío. El piso en cuestión está en una zona de pisos de lujo, situados en una antigua fábrica que ha sido remodelada. Louis vive en el ático, así que coge el ascensor y ya en él, intenta tranquilizarse. ¿Qué daño puede hacerle un chico encantador, Glee y unas palomitas? No hace falta ni llamar a la puerta, en el momento en que se sitúa en frente de la puerta, Louis le abre. Va con una camiseta blanca, unos pantalones de chándal y una sonrisa arrebatadora. Lis intenta por todos los medios no ponerse roja, y él intenta mostrarse seguro.
-¡Hola, Lis!- dice, con su sonrisa. Lis de pronto recuerda una canción que dice 'Tienes esa sonrisa que sólo el cielo puede hacer.' (Next 2 You, Chris Brown & Justin Bieber)
-Hola.- dice ella, simplemente. No le da para mucho más.- ¿Puedo pasar?-Por supuesto, adelante.El piso está decorado con muchísimo gusto, con una combinación de colores y estilo de muebles que la hace acogedora y elegante. Ella se quita el abrigo, que Louis se apresura en colgar en el perchero. Ambos entran en el salón, nerviosos. Él le ofrece asiento en el sillón, y ella acepta. Se quita las zapatillas, y las deja en la entrada. Vuelve, y se acomoda en el sofá, cruzando las piernas. El primer capítulo de la segunda temporada de Glee empieza. Las canciones, palomitas y la lluvia con su sonido hipnótico hacen el resto. Si empiezan la tarde con una distancia notable entre ambos en el sofá, a mitad de ella están pegados, con la cabeza de ella en el pecho de él, sus brazos rodeándola con afán protector, tapados con una manta y con una ronda de sonrisas para ambos. Se han visto varios capítulos de Glee. Ella no ha podido parar de reír con las imitaciones de Louis de las canciones que interpretaban los personajes de la serie. Él no ha podido dejar de sonreír al ver que ella parecía estar a gusto y pasándoselo muy bien. Al acabar el tercer capítulo, él apaga la televisión y ella lanza un suspiro. Él maquina rápidamente una manera de retenerla un rato más a su lado.
-¿Lis?
-¿Hm?- contesta ella, mirándolo a duras penas, ya que está apoyada en su pecho. -¿Quieres quedarte a cenar?
Ella se incorpora, mirándolo. 
-¿Vas a sorprenderme con tus dotes para la cocina, Tomlinson? 
Él se ríe con ganas, y le hace un gesto para que se acerque. Cuando lo hace, se inclina a su oído, y susurra:
-En realidad la cocina se me da fatal, ¿me ayudas a improvisar algo?
Lis ríe fuertemente, y se levanta de un salto, ofreciéndole su mano a él.
-Anda, vamos a hacer algo. Pero te advierto que la cocina tampoco es mi fuerte...Ambos se dirigen a la cocina, riéndose y dirigiéndose alguna mirada que dice muchas cosas. 

-Angie.-
Me despierto muy pronto para mi gusto, pero como no quiero despertar a Justin que duerme plácidamente a mi lado, me pongo una sudadera y salgo al jardín. Me siento en el césped, y pongo Let Her Go de Passenger todo lo bajo que me permite mi reproductor de música del móvil.  
 Only know you love her when you let her go.
Me acomodo y miro al cielo, totalmente despejado. Va a hacer un muy buen día. 
-Veo que te gusta madrugar, todo lo contrario a mi nieto...-dice una voz detrás de mi. Me giro y veo al abuelo de Justin, Bruce. Está sentado en un sillón del porche, y me hace un gesto para que me acerque. Me levanto y voy hasta el porche, con una sonrisa tímida. 
-¿Le he despertado, Bruce?
-No, tranquila. Llevaba despierto varias horas, y además siempre salgo aquí por la mañana. Me ha sorprendido encontrarte aquí.
-Me he despertado pronto, y no quería molestar a Justin...-digo, apoyándome en una de las columnas de madera. 
-Hacéis tan buena pareja, Angela...
Yo me sonrojo y levanto la vista.
-¿Usted cree? Llámeme Angie, por favor.
Bruce esboza una sonrisa y mira al cielo. Quizás piensa lo mismo que yo, que hoy hará buen día.
-Te llamaré Angie cuando tú me tutees. Me haces sentir muy viejo cuando me tratas de usted.
Dejo escapar una carcajada suave. Justin es igual que su abuelo. La misma sonrisa, el mismo... aire.
-Está bien. ¿Crees de verdad que hacemos buena pareja?
-Nunca digo nada por decir, Angie.- señala él, sonriendo.
-Y puestos a preguntar, ¿cree... crees que él está enamorado de mi?
Bruce suelta una risita que no se cómo interpretar hasta que me contesta.
-Ay, hija. Con mi nieto nunca sabes cómo son las cosas o qué siente... pero yo creo que él te quiere, y tú sabes... como manejarlo.
-¿Como manejarlo?- pregunto, algo perdida. 
-Mi nieto tiene esas salidas de '¿y si saltamos desde el tejado?', y yo creo que tú sabes como frenarlo y decirle '¿y si no lo hacemos?'
El ejemplo del abuelo de Justin me hace reír con fuerza, y ambos estamos tan ocupados riéndonos que no oímos a Jaxon salir al porche.
-¡Angie!- exclama, con su sonrisa adorable. Me giro hacia él, abriendo los brazos. Él se lanza directo hacia mi, abrazándome. Lo levanto del suelo y él se ríe de forma infantil, haciéndolo aún más adorable.
-Buenos días, Jaxon. ¿Has dormido bien?
-¡Sí!- exclama, asintiendo. Me saca una sonrisa, ¿cómo puede ser tan adorable?- ¿Vamos a desayunar?
-Sí, pero antes dile buenos días al abuelo, anda.- le digo, al oído. Él baja de mis brazos y obedientemente le da un beso a Bruce para luego arrastrarme a la coicna, dónde Pattie, Jazzy y Justin se afanan en hacer el desayuno. Justin está haciendo tortitas, asociándose con Jazzy que les echa sirope de arce cuando él las saca de la sartén. Pattie, mientras tanto, hace los café. Es una imagen de una familia tan unida que me hace tener ganas de unirme a ellos.
-¡Buenos días!- canturreo, cargando a Jaxon en brazos. Justin se gira sonriendo, y me da un beso mientras acaba la última tortita.
-Buenos días, preciosa.
Cuando nos sentamos a la mesa, Jazzy nos mira raro. 
-¿Por qué os dais besitos?- pregunta Jazzy, mirándonos raro a Justin y a mi, que acabamos de darnos el seundo beso de la mañana.
-Porque cuando dos personas se quieren, se dan besos, Jazzy.- le explica Justin, ante la mirada divertida de Pattie.
-¡No!- exclama Jazzy, llevándonos la contraria.- ¡Dos personas se dan besitos cuando quieren tener un bebé!
-No, Jazz, no va así.- le digo, conteniendo la risa. 
-¿Y cómo va?- pregunta, con cara de concentración. Justin y yo contenemos la risa hasta que él carraspea, mirando a Pattie.
-Mira, mamá. Ya tienes algo que explicarle a Jazz. Nosotros vamos a ducharnos... pero separados... eh, o sea que juntos no... eh. Ahora venimos.- dice Justin, sacándome de la mesa cuando no me he bebido ni medio café. Corremos escaleras arriba sin poder controlar la risa, hasta que llegamos a la habitación y nos tiramos en la cama, sin poder parar de reír. Reímos sin parar hasta que a ambos nos duele todo, hasta que casi nos cuesta respirar. Entonces le miro, me mira, y volvemos a empezar otra vez, a reírnos como si no hubiera otro día más.
Son momentos así, en los que parece que no puede pasar nada malo, que mi relación con Justin es irrompible. ¿Puedo estar equivocada?

No hay comentarios:

Publicar un comentario