13.6.13

And she will be loved, chapter 53.

-Angie-
Cuando abro la puerta y le veo allí, no puedo reaccionar. Es como si todo mi sistema nervioso se hubiera paralizado. Miro esos ojos azules. Los que me enamoraron, y me transmitieron tanto. Los que amé, y pasé a tenerles miedo.
Chris Sandler está a un escaso metro de mi. Está igual que siempre, con su look digno de un skater. Tiene un poco de barba de unos días, lo que le hace interesante. Está más atractivo que la última vez, y podría notarlo si no fuera porque necesito salir corriendo y mis piernas no quieren. En conclusión, estoy muriéndome de miedo.
-¡Chris! ¿Qué... haces... aquí?- consigo decir. La voz me tiembla, y me temo que es por el miedo y el agobio que me produce la proximidad con él.
-Angie, yo...- comienza él, rascándose la nuca. De pronto, unos fuertes brazos me cogen de la cintura y me pegan a un torso bien esculpido. El olor de Justin me invade al instante, su olor a una colonia que desconozco, pero que es tan suya... Pongo mis manos en las suyas y me contengo para no soltar un suspiro de alivio. La sensación de seguridad que me provoca tener a Justin tan cerca es lo que necesito para enfrentarme a Chris.
-Creo que aquella noche te dejé claro mis sentimientos acerca de tu proximidad a mi chica.- gruñe Justin. No le veo, pero le conozco tan bien que sé perfectamente su expresión. Mandíbula tensa, ojos fríos en la persona con la que habla. Seguro que se le está marcando la vena del cuello.
-Esa noche no era tu chica, que yo sepa.- dice Chris, con burla. Es característico de él, no sabe callarse.- Esa noche era de Styles.-
La mención del apellido de mi exnovio hace que Justin me pegue con más fuerza a él. Noto como se tensa.
-No me provoques, Sandler.
-Haré lo que me dé la gana, Bieber.
-Pues entonces te romperé la nariz y sin ninguna ayuda.- gruñe mi novio.- No quiero que estés tan cerca de mi chica, ¿lo entiendes?
-No eres su dueño. Deja de tratarla como un pedazo de carne.- dice Chris, mirándolo con dureza.
-¿Yo la trato como un pedazo de carne? Deja que me ría.- dice Justin, y finge una risa que lo hace parecer aún más siniestro.- Tú fuiste quién intentaste violarla en un puto callejón, chaval.
-Estaba celoso.- dice Chris, quitándole importancia.
-Vaya forma de manifestar celos...
-No te consiento lecciones de moral, Bieber.
-Deberías consentírmelas, yo no voy violando a las chicas porque estoy celoso.- dice Justin, con un matiz de burla.
-Iba drogado.- murmura Chris, restándole importancia.
-Tú lo que estás es loco, tío. Págate un psiquiatra.
Ocurre algo que ni Justin ni yo nos esperábamos. Chris saca algo del pantalón, y se oye un clic. Al instante, en la mano de Chris aparece una navaja de un tamaño considerable. Justin actúa con rapidez, se pone delante de mi en un ademán defensivo.
-Guarda eso, Chris.- dice Justin, con suavidad. Está intentando mantener la calma, y lo está consiguiendo.
-No. He venido a por lo que es mío, y pienso llevármelo.
-¿Tuyo? ¿Estás hablando de Angie?- inquiere Justin.
-Sí. Ella es mía.- dice Chris. Tiene la misma mirada que esa noche. No puedo reaccionar, estoy atascada en un puente entre esa noche y hoy.
-Ella no es tuya. No es de nadie. Está conmigo ¿vale, chaval? Ahora hazte un favor y lárgate de aquí.
Todo ocurre con rapidez. Chris le mira con un odio profundo, y empuña la navaja para herir a Justin. En el segundo en que se lanza a por él, algo dentro de mi grita "¡AHORA!"
Salto, y la navaja de Chris me toca, hundiéndose en mi. Suelto un grito, y me llevo las manos al costado, ahí dónde me ha ido a parar la navaja. La agarro por el mango, y la tiro por ahí. Justin y Chris están en silencio, mirándome. Yo me miro el costado, y mis manos. Están llenas de sangre. Jadeo ligeramente, y me caigo de rodillas. Oigo a Justin gritar, y todo es borroso de pronto. Sigo con las manos en el costado, intentando detener la hemorragia, aunque ya no veo nada.
-¡ANGIE! No me dejes ¿me oyes? ¡Aguanta, amor!
La dulce voz de Justin me habla, e intento mantenerme despierta, pero el dolor que tengo en el costado es demasiado fuerte. Aguanto a intervalos, intentando no cerrar los ojos. Lo último que oigo, es la conversación de varias personas.
-¡Está perdiendo mucha sangre! Hay que operar ¡ya!
-¡Se nos va, se nos va!
Y me quedo dormida.

-Justin-
Chris se lanza hacia mi, pero la navaja no llega a tocarme. Me temo lo peor, y me aparto con rapidez antes de verlo. Angie está de pie, mirándonos. Se lleva las manos al costado, y saca la navaja que está clavada en su piel.
-¡NO!- chillo.
Me mira de manera extraña, y mira su costado. Su camiseta está empapada de sangre, al igual que sus manos, presionadas sobre la herida. Cae de rodillas, y yo la miro unos segundos antes de asestarle a Chris una serie de puñetazos.
-¡ES TU CULPA, HIJO DE PUTA! ¡ES TU CULPA!
Chris cae al suelo, y después de mirar una última vez a Angie, sale corriendo como la última vez. Otra vez. Me giro hacia Angie, que sigue en el suelo. Usher y Ella salen de la casa con rapidez, alertados por mis gritos hacia Chris. Ella ve a Angie en el suelo, y grita. Usher sale corriendo hacia el coche arrastrando consigo a Ella, y lo abre.
-¡MUÉVETE, JUSTIN!- exclama. Yo cojo a Angie con cuidado, y veo que sigue consciente.
-¡ANGIE! No me dejes ¿me oyes? ¡Aguanta, amor!- le digo, y la llevo hasta el coche.
En el trayecto, Angie se desmaya dos veces, pero vuelve en sí. Está luchando, como la buena luchadora que es. Yo me dedico a susurrarle que no me deje, y a rezarle a todos los dioses que puedo entre lágrimas. Llegamos al hospital en pocos minutos, y yo entro corriendo, suplicando por un médico. Como la última vez.
Un médico me ayuda, y la lleva junto con un equipo a quirófano con urgencia. Intento seguirles, pero una enfermera fornida me detiene.
-No puede entrar allí, señor Bieber.
-¡Pero es mi novia! ¿No lo ve? ¡Es mi novia!- grito, fuera de mi.
-Tiene que quedarse aquí.- dice ella, sujetándome.
-¡NO! ¡ANGIE! ¡ANGIE!- exclamo yo. Me libro de la enfermera, y salgo corriendo hacia el pasillo por dónde se la han llevado. Unos brazos me detienen, y veo entre lágrimas a Usher, junto con unos enfermeros enormes de seguridad.
-Justin, ella tiene que irse a quirófano.- me dice Usher, con tranquilidad.
-¡NO!- grito.- ¡NO!
-¡Justin!- dice él, sin perder la calma.- ¡Mírame!
Le miro, y él me dirige una mirada severa.
-Si tú estás allí, los médicos no podrán hacer su trabajo, y ella morirá.- me explica.- ¿Es lo que quieres?
-No.- murmuro, con la respiración acelerada. Intento calmarme, pero me es imposible.
-Vamos a llevárnoslo a darle algún calmante, chicos.- indica la enfermera a sus compañeros que me sujetan.- ¿Quiere acompañarnos, señor?
-No, les esperaré en la sala de espera. ¿Lo llevarán de vuelta allí?- dice Usher.
-Así es, no tardamos más de diez minutos.
Los enfermeros me llevan a una sala demasiado blanca, como todo el hospital. Me dan unas pastillas y me dejan sentado en una silla mientras ellos miran unos datos de unos pacientes.
Poco a poco, noto como las pastillas me hacen efecto y la ansiedad abandona mi cuerpo. Hay otra ansiedad creciente en mi pecho, pero esa no pueden llevársela ningunas pastillas: Es la ansiedad de perder a lo que más quiero en este mundo.
Los enfermeros me dejan irme a la sala de espera con Usher y Ella cuando ven que ya estoy estable. Me disculpo por las molestias, y me encamino allí.
Las siguientes horas son insoportables. Ella lloriquea de vez en cuando en brazos de Usher y yo me dedico a rezar a todos los dioses, entonando cada plegaria que sé. Paso las horas sentado en la silla, en el suelo, de pie dando vueltas y mirando por la ventana. La angustia me carcome por dentro, y lo peor es que sé que no puedo hacer nada a estas alturas. La impotencia que siento me deja con ganas de tirar abajo un edificio. Miro mi reloj, y calculo el tiempo. Palidezco, ya que llevan cinco horas en el quirófano. Me siento en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Me desordeno el pelo, y escondo las lágrimas. Una mano se pone en mi hombro y reparo en que es Ella, agachada en frente de mi.
-Va a estar bien, Justin. Ya lo verás.
-¿Y qué pasa si no lo está?- sollozo.
-Ella es fuerte, Justin.- me dice, con suavidad.- Y tiene una razón por la que luchar.
-¿Cuál?
-Tú.- señala.- Luchará por ti, hasta el último latido de su corazón.
Una sensación de bienestar me invade, aunque no puede superar a la ansiedad. Pero hace que me sienta mejor. Todo lo que tengo que hacer es confiar en Angie. 

-Angie-
Me encuentro en cualquier sitio menos dónde debería estar. O eso es lo que siento.
Estoy en un sitio que me resulta familiar. Una casa, rodeada de rosales y todos los tipos posibles de flores. Unos juncos muy altos separan la parcela de una playa. Camino con una tranquilidad no digna de mi hacia ellos, y veo la playa desierta. Sigue resultándome familiar, pero sigo sin saber por qué.
-¿No te acuerdas, de verdad?- inquiere una voz, detrás de mi. Me giro, y veo a un hombre con el pelo castaño que empieza a presentar alguna cana. Tiene los ojos iguales que los míos, y viste una camisa blanca ancha sin botones y unos pantalones anchos color caqui. Va descalzo.
-¿Quién eres?- pregunto, intrigada.
-Veo que tampoco te acuerdas de mi, pajarito.- dice él, con una sonrisa. La forma en que pronuncia ese apodo hace que se me ponga la piel de gallina.- Me fui antes de que pudieras acordarte de mi.-
Los ojos se me llenan de lágrimas, y no puedo creerlo. Ese hombre es mi padre. Collin Farrell.
-¿Papá?- digo, en un tono casi inaudible.
-Oh, ¿diecisiete años sin verme y vas a quedarte ahí parada? ¿No hay abrazos ni nada?- dice, con una sonrisa. Avanzo y él me acoge en sus brazos.
-Te he echado de menos, papá.- sollozo, y él me aprieta con fuerza a su pecho.
-Y yo, pajarito.- susurra.- ¿Te acuerdas por qué te llamaba así?
-No...
-Cuando naciste, eras tan pequeña que cabías en mi mano. Como un pajarito...- dice él, acariciándome el pelo.- Has crecido tanto, Angie.
-Han pasado diecisiete años, papá.
-Pero te he visto crecer desde aquí arriba.
-¿Aquí... arriba?- pregunto, sin entender.
-Estamos en el cielo, Angie.
-¿En el cielo?- digo, angustiada.- ¿He... muerto?
-Eso tienes que decidirlo tú.
-¿Cómo es eso?- pregunto, aún más confundida.
-Tienes que decidir si quieres morir y quedarte aquí, o si quieres volver a tu vida.- me explica él.
-¿Cuánto tengo para decidirlo?
-No lo sé, Angie. Aquí no existe el tiempo, pero es poco. En casos como el tuyo, las decisiones se hacen rápido. Tienes que decirme si quieres quedarte o volver.
-Quiero quedarme contigo...- sollozo, abrazándome a él.
-Pero allí abajo tienes todo.- señala mi padre.- Tienes a tu novio, a tus amigos, y a tus amigas. Ese chico te quiere tanto, Angie... Puedo verlo. ¿Vas a abandonarle por mi?-
¿Tengo que elegir de verdad entre mi padre y Justin?
-Papá... pero tú... pero yo... yo te he echado de menos.- sollozo.
-Pajarito, si vuelves te espera una vida plena, llena de amor y de gente que te quiere. ¿O acaso no lo ves? Hayley, Kris, Niall, Louis, Liam, Zayn, Justin, Lis, Ed... e incluso ese exnovio tuyo, Harry. Todos te quieren, pequeña. ¿Qué van a hacer sin ti?-
-Pero tú...
-Yo estaré siempre aquí, pajarito.- dice, señalando mi corazón.- Siempre he estado ahí. Tienes que volver con todos ellos, Angie.-
-¿A ti no te importa que vuelva?- digo, secándome las lágrimas.
-Seré feliz si vuelves, Angie. Sería muy egoísta por mi parte pretender que te quedaras.- me dice, y me besa la frente. De pronto, suena un reloj.- Tienes que decidir ya, Angie. Tienes que decidir que hacer.-
Pienso rápido, y tengo de improviso una visión. Mi madre está hablando con Justin, diciendo que yo voy a luchar por él.
-No dudes más, Angie. Vuelve con ellos.- dice mi padre, cuando abro los ojos.
-Te quiero, papá.
-Yo también te quiero, pajarito. Sé muy feliz, sé fuerte. Yo estaré aquí, cuidándote.
Me besa la frente, y me suelta. Empieza a andar por la orilla y por mucho que yo ando también, no consigo alcanzarle. Ahogada en lágrimas por perder a mi padre por segunda vez, caigo al suelo cerrando los ojos.

-Justin-
Decido al cabo de un rato llamar a Kris, para avisarla de lo que ha pasado.
-¿Justin?- pregunta ella, cuando coge el teléfono.
-Hola, Kris.- susurro.
-¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien?- pregunta ella, alarmada.
-Yo si... pero Angie...- digo, y mi voz me traiciona. Me falla la voz en la mitad de la frase.
-¿Qué le ha pasado a Angie, Justin?
-Ha recibido un navajazo por parte de Chris.- susurro.
-¿QUÉ?
-Se ha presentado en casa, y ha empezado a volverse loco. Ese navajazo iba para mi, pero ella se ha metido en medio... y ahora me siento tan culpable, Kris... Tan culpable...- susurro.
-Dios mío...- dice ella, y coge aire. Se oye a gente por detrás de ella.- ¿QUERÉIS CALLAROS DE UNA VEZ, COÑO? ¡A ANGIE LE HA PASADO ALGO?
-¿Angie?- se oye la voz de Louis detrás.
-Está en el hospital, le han dado un navajazo. Callaros, estoy hablando con Justin.- dice Kris.- Pero... ¿ella está bien?
-No lo sé.- suspiro.- Espero que sí.
-¡Salimos a Los Ángeles en una hora y media!- exclama por detrás una vez. Reconozco el tono de Ed.- Vamos en mi avión.
-¿Quiénes venís?- suspiro.
-Liam, Louis, Ed, yo y ahora mismo llamaré a Lis y a Hayley para que se acerquen.- dice Kris.
-¿Puedo hacer algo para deteneros?
-Nada en absoluto.
-Lo suponía.- suelto una risita.- Bueno, nos vemos en doce horas, o algo así.
-Intenta tranquilizarte, ¿vale, Biebs?- me dice Kris.- Ella va a estar bien.
-Gracias, Kris.
Cuelgo, y en ese momento una doctora entra en la sala.
-¿Son ustedes los familiares de Angela Farrell?
Usher y Ella levantan la mirada y asentimos los tres a la vez.
-Está bien, miren.- dice la doctora.- Angela ha sido sometida a una operación muy dura, ya que la herida había llegado hasta el hígado. Hemos conseguido remediarlo, y ahora ella está ingresada en la UCI.-
-¿Está... fuera de peligro?- inquiero yo.
-Eso creemos. Se recupera con una rapidez increíble a pesar de la gravedad de la herida.- dice la doctora, sonriendo.- Parece que esa chica tiene una razón para luchar.-
-La tiene.- dice Usher, poniéndome una mano en el hombro.
-¿Quieren acompañarme a verla?
Seguimos a la doctora a través de pasillos y pasillos, hasta la UCI. Tras una cristalera está ella. Pálida, con la melena cayéndole por un hombro. Tiene los ojos cerrados, y en ese momento me parece más pequeña que nunca. Mi pequeña. Me contengo para no entrar en la sala y acunarla en mis brazos, dándole gracias por ser tan fuerte. Pego la cara en el cristal, con una sonrisa de felicidad. Me siento orgulloso, más que nunca por ella.
-Te quiero tanto, amor...- susurro, mirándola a través del cristal. Y así es. La quiero tanto que a veces me duele, que a veces desearía poder mostrárselo veinticinco horas al día en vez de veinticuatro. La quiero tanto que necesito estar a su lado para ser feliz, necesito cerciorarme de que ella está bien para estar bien. La quiero tanto que hoy mismo daría mi vida por ella si hiciera falta. La quiero tanto que voy a gritárselo al mundo cada día. La quiero tanto que podría escribirle mil canciones y aún así no lo expresaría bien. La quiero tanto que incluso los malos momentos son buenos a su lado.
 La quiero tanto como para no dejarla ir nunca.

Aquí os dejo un capítulo que me ha quedado basssssssssssstante raro, la verdad es que no me gusta mucho pero quería meter algo así en la novela. Os quería deciiir que este martes 19, me voy de viaje un mes a Canadá y a Nueva York. Yo intentaré seguir subiendo capítulo, no uno cada día, pero al menos uno a la semana o más. Si necesitáis que os avise, pedídmelo por twitter, ¿va? Muchas gracias por leer xxxxx.

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